1. EJEMPLO ESPIRITUAL.
Demostraremos nuestro
compromiso con Cristo poniendo en práctica las disciplinas
espirituales, demostraremos nuestra dedicación al cuerpo de Cristo
siendo leales a Dios y a su iglesia; y demostraremos nuestra
dedicación a la obra de Cristo siendo buenos administradores.
1.1. La práctica de las disciplinas espirituales
Las disciplinas espirituales implican prácticas
como la oración, la alabanza, la adoración, la confesión, el
ayuno, la meditación y el estudio. A través de la oración
expresarnos nuestra confianza en Jehová Dios, el dador de todas las
cosas buenas, y reconocemos nuestra dependencia en El para suplir
nuestras necesidades y las de otros (Mateo 6:5-15; Lucas 11:1-13;
Santiago 5:13-18).
A través de la adoración, tanto pública como privada, alabamos a Dios, tenemos comunión con Él y recibimos diariamente enriquecimiento espiritual y crecimiento en la gracia. A través del ayuno podemos acercarnos a Dios, meditar en la pasión de Jesucristo y disciplinamos para vivir bajo el control del Espíritu Santo en todos los aspectos de nuestra vida (Mateo 6:16-18; 9:14-17; Hechos 14:23).
A través de la adoración, tanto pública como privada, alabamos a Dios, tenemos comunión con Él y recibimos diariamente enriquecimiento espiritual y crecimiento en la gracia. A través del ayuno podemos acercarnos a Dios, meditar en la pasión de Jesucristo y disciplinamos para vivir bajo el control del Espíritu Santo en todos los aspectos de nuestra vida (Mateo 6:16-18; 9:14-17; Hechos 14:23).
Por medio de la confesión de nuestros pecados a Dios tenemos asegurado el perdón divino (1 Juan 1:9-2:2). El compartir nuestra confesión con otros creyentes da la oportuni¬dad de pedir la oración y ayudamos mutuamente a llevar nuestras cargas (Gálatas 6:2; Santiago 5:16).
Por medio de la meditación y el estudio de la
Palabra de Dios fortalecemos nuestro crecimiento espiritual y nos
preparamos para guiar e instruir a otros en las verdades bíblicas
(Josué 1:8; Salmo 1:2; 2 Timoteo 2:15, 23-26).
1.2. Lealtad a Dios y dedicación a la iglesia.
1.2. Lealtad a Dios y dedicación a la iglesia.
La vida del discipulado cristiano implica el cumplimiento de nuestros deberes hacia el cuerpo de Cristo. Debemos reunimos constantemente con otros miembros de la iglesia con el propósito de magnificar y alabar a Dios y escuchar su Palabra (Mateo 18:20; Juan 4:23; Hechos 2:42, 46, 47; 12:24; Hebreos 10:25).
El domingo es el día cristiano de adoración.
Como día del Señor, el domingo conmemora la resurrección de Cristo
de entre los muertos (Mateo 28: 1) y debe utilizarse primordialmente
para la adoración, la confraternidad, el servicio cristiano, la
enseñanza, la evangelización y la procla¬mación de la Palabra
(Hechos 20:7; Romanos 14:5, 6; 1 Corintios 16:2, Colosenses 2:16,
17).
Debemos proveer para las necesidades financieras
de la iglesia a través de nuestros diezmos (Malaquías 3:10; Mateo
23:23) y ofrendas (1 Corin¬tios 16:2; 2 Corintios 8:1-24; 9:1-15).
Es nuestro deber respetar y sometemos a aquellos que el Señor ha
puesto sobre nosotros en la iglesia (1 Tesalonicenses 5:12, 13;
Hebreos 13:7, 17).
Cuando ejerzamos autoridad lo haremos como
ejemplos espirituales; no como dueños ni señores del rebaño de
Cristo (Mateo 20:25-28; 1 Pedro 5:1-3). Por otra parte, nuestra
sumisión debe ser una manifestación de la gracia espiritual de la
humildad (Efesios 5:21; 1 Pedro 5:5, 6).
Finalmente, debemos evitar la afiliación a
sociedades que requieren o practican juramentos. Tales sociedades
pueden parecer espirituales pero, en realidad, al requerir un
juramento y ser secretas, contradicen la espiritualidad cristiana
(Juan 18:20; 2 Corintios 6:14-18). Los cristianos no deben pertenecer
a ningún cuerpo o sociedad que requiera o practique una lealtad que
esté por encima o excluya su comunión con otros en Cristo (Juan
17:21-23; Mateo 12:47-49).
1.3. Buena mayordomía cristiana.
Las virtudes del ahorro y la sencillez son
honrosas, mientras que el despilfarro y la ostentación son
solemnemente prohibidas en las Escrituras (Isaías 55:2; Mateo
6:19-23).
El vivir una vida piadosa y sobria requiere el uso
sabio y frugal de nuestras bendiciones temporales, incluyendo el
tiempo, talento y dinero. Como buenos administradores debemos sacar
el máximo provecho de nuestro tiempo, tanto para esparcimiento como
para trabajar (Efesios 5:16; Colosenses 4:5). El mal uso del tiempo
libre degrada (1 Timoteo 5:13; 2 Tesaloni¬censes 3:6-13); pero
cuando el tiempo se utiliza en forma constructiva, experimentamos
renovación interna. Todo nuestro trabajo y diversión deben honrar
el nombre de Dios (1 Corintios 10: 3 l).
Como buenos mayordomos debemos utilizar bien
nuestros dones espirituales (Romanos 12:3-8; 1 Corintios 12:1-11,
27-3 1; Efesios 4:11-16; 1 Pedro 4:9-1 l), así como nuestros
talentos naturales (Mateo 25:14-30) para la gloria de Dios.
Como buenos mayordomos debemos reconocer que el
uso sabio del dinero es parte esencial de la economía de la vida del
cristiano. Dios nos ha encomendado bendiciones temporales para que
cuidemos de ellas (Mateo 7: 11; Santiago 1: 17).
2. PUREZA MORAL
Participaremos de toda actividad que glorifique a Dios en nuestro cuerpo y evitaremos la satisfacción de los deseos de la carne. Leeremos, miraremos y escucharemos todo lo que sea de beneficio para nuestra vida espiritual.
2. PUREZA MORAL
Participaremos de toda actividad que glorifique a Dios en nuestro cuerpo y evitaremos la satisfacción de los deseos de la carne. Leeremos, miraremos y escucharemos todo lo que sea de beneficio para nuestra vida espiritual.
2.1. Debemos glorificar a Dios en nuestro
cuerpo.
Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo,
por lo cual debemos usarlo para la gloria de Dios (Romanos 12:1, 2; 1
Corintios 6:19, 20; 10:31). Debemos andar en el Espíritu y no
satisfacer los deseos de la carne (Gálatas 5:16).
La Escritura contiene varios pasajes con ejemplos
de una conducta camal que no glorifica a Dios (Romanos 1:24; 1
Corintios 6:9, 10; Gálatas 5:19, 21; Apocalipsis 21:8). Las
prácticas pecaminosas más prominentes que aparecen en estos pasajes
incluyen: la homosexualidad, el adulterio, actitudes mundanas (como
el odio, la envidia y los celos), comunicación corrupta (como el
chisme y las palabras sucias), robo, asesinatos, borrachera y
brujería. La brujería tiene que ver con prácticas de ocultismo las
cuales son prohibidas por Dios y conducen a la adoración de Satanás.}
2.2. Lo que leemos, miramos y escuchamos.
2.2. Lo que leemos, miramos y escuchamos.
La literatura que leemos, los programas que
miramos y la música que escuchamos, afectan profundamente nuestros
sentimientos, nuestro pensamiento y nuestra conducta. Es imperativo,
por lo tanto, que el cristiano lea, mire y escuche las cosas que
inspiran, instruyen y desafían a alcanzar un nivel moral más
elevado. Por otro lado, debemos evitar literatura, programas y música
de contenido mundano y de naturaleza pornográfica. Un cristiano no
debe mirar en el cine (o la televisión) películas u obras teatrales
que sean de naturaleza inmoral (Romanos 13:14; Filipenses 4:8)
2.3. Fomento del bienestar espiritual.
El cristiano debe usar su tiempo libre en
actividades que edifiquen tanto al individuo como al cuerpo de Cristo
(Roma¬nos 6:13; 1 Corintios 10:31, 32). Debemos evitar prácticas y
lugares mundanos. Consecuentemente, un cristiano no debe participar
en ningún tipo de entretenimiento que apele a la naturaleza carnal y
traiga descrédito al testimonio cristiano (2 Corintios 6:17; 1
Tesalonicenses 5:21, 22; 1 Juan 2:15-17). 3. Integridad personal
viviremos una vida que inspire responsabilidad y confian¬za, que
produzca el fruto del Espíritu y manifieste el carácter de Cristo
en toda nuestra conducta.
3. INTEGRIDAD PERSONAL.
Viviremos una vida que inspire responsabilidad y confianza, que produzca el fruto del Espíritu y manifieste el carácter de Cristo en toda nuestra conducta.
3. INTEGRIDAD PERSONAL.
Viviremos una vida que inspire responsabilidad y confianza, que produzca el fruto del Espíritu y manifieste el carácter de Cristo en toda nuestra conducta.
3.1. Responsabilidad y confianza.
El cristiano debe ser una persona contable y de
palabra (Mateo 5:37; 1 Pedro 2:11, 12). Jurar es contrario a la
contabilidad del cristiano, por lo tanto debe evitarse (Mateo
5:34-37; Santiago 5:12). Cristo enseño, por precepto y ejemplo, que
debemos amar a nuestros enemigos y dar la preferencia a nuestro
prójimo (Mateo 5:43-48; Romanos 12: 10; Filipenses 2:3; 1 Juan
3:16). Debemos comportamos de tal manera que nuestra conducta lleve a
otros a Cristo (Mateo 5:16; 1 Corintios 11: l).
3.2. Fruto del Espíritu.
Si vivimos en el Espíritu, manifestaremos el
fruto (actitu¬des y acciones) del Espíritu y no satisfaremos los
deseos de la carne (Gálatas 5:16, 22-25; 1 Juan 1:7). Las buenas
relaciones con otros son el resultado natural de nuestra relación
positiva con el Señor (Salmo 1: 1-3; Mateo 22:37-40). Seremos
juzgados por no llevar fruto en nuestra vida (Mateo 7:16-20; Lucas
13:6-9; Juan 15:1-8).
3.3. El carácter de Cristo.
El distintivo de la vida en Cristo es el amor por
otros (Juan 13:34, 35; 15:9-13; 1 Juan 4:7-1 l). En su relación con
el Padre, Jesús mostró sumisión (Lucas 22:42; Juan 4:34; 5:30). En
su relación con otros, demostró aceptación (Juan 8: 1 l),
compasión (Mateo 9:36; Marcos 6:34) y perdón (Mateo 9:2; Lucas
5:20). No podemos llevar el fruto del Espíritu y manifestar el
carácter de Cristo si no estamos espiritualmente unidos a El (Juan
15:4, 5) y sin tener la semilla de la Palabra sembrada en nuestro
corazón (Juan 15:3; 1 Pedro 1:22, 23).
4. RESPONSABILIDAD FAMILIAR.
Daremos prioridad al cumplimiento de las responsabilidades familiares, preservaremos la santidad del matrimonio y mantendremos el orden bíblico en el hogar.
4. RESPONSABILIDAD FAMILIAR.
Daremos prioridad al cumplimiento de las responsabilidades familiares, preservaremos la santidad del matrimonio y mantendremos el orden bíblico en el hogar.
4.1. La prioridad de la familia.
La familia es la unidad básica de las relaciones
humanas y como tal es indispensable, tanto para la sociedad como para
la iglesia (Génesis 2:18-24). El origen divino de la familia y su
carácter institucional exigen que se le ministre con priori¬dad,
tanto desde el punto de vista personal como colectivo.
La práctica de las disciplinas y virtudes
cristianas debe empezar en el hogar (Deuteronomio 6:6, 7). Por lo
tanto, la familia cristiana debe establecer un plan para los
devocionales fami¬liares y proveer una atmósfera cristiana en el
hogar (1 Timoteo 3:3, 4; 5:8).
4.2. La santidad del matrimonio.
El matrimonio es ordenado por Dios y es un acto de
unión espiritual en el que un hombre y una mujer se unen para vivir
como una sola carne (Génesis 2:24; Marcos 10:7). Por su carácter
divino, el matrimonio es un compromiso para toda la vida y el
adulterio es la única concesión bíblica para el divorcio (Mateo
5:32; 19:9).
La relación sexual ya sea antes del matrimonio o con otra persona que no sea el cónyuge se prohíbe estrictamente en la Biblia (Éxodo 20:14; 1 Corintios 6:15-18). Para alcanzar santidad en el matrimonio, los cónyuges deben esforzarse por mantener una relación placentera, armoniosa y santa. Si llegara a ocurrir el divorcio, la iglesia debe estar presta a proveer amor, comprensión y orientación a los afectados.
La relación sexual ya sea antes del matrimonio o con otra persona que no sea el cónyuge se prohíbe estrictamente en la Biblia (Éxodo 20:14; 1 Corintios 6:15-18). Para alcanzar santidad en el matrimonio, los cónyuges deben esforzarse por mantener una relación placentera, armoniosa y santa. Si llegara a ocurrir el divorcio, la iglesia debe estar presta a proveer amor, comprensión y orientación a los afectados.
Las segundas nupcias de personas divorciadas
podrán realizarse únicamente después de un entendimiento y
sometimiento pleno a las instrucciones bíblicas relacionadas con
este asunto (Mateo 19:7-9; Marcos 10:2-12; Lucas 16: 1 8; Romanos
7:2, 3; 1 Corintios 7:2, 1 0, 1 l). Si un cristiano desea permanecer
soltero, su decisión debe ser respetada y vista como una alternativa
bíblica (1 Corintios 7:8, 32-34).
4.3. Orden divino en el hogar.
Cuando Dios creó al hombre, varón y hembra los
creó (Génesis 1:27). Los dotó con características diferentes (1
Corintios 11: 14, 15; 1 Pedro 3:7) y les dio responsabilidades
diferentes (Génesis 3:16-19; 1 Pedro 3:1-7). En el orden bíblico,
el esposo es la cabeza del hogar (Efesios 5:22-31; Colosenses 3:18,
19), los padres deben criar y disciplinar a sus hijos (Efesios 6:4;
Colosenses 3:21) y éstos deben obedecer y honrar a sus padres (Éxodo
20:12; Efesios 6:1-3; Colosenses 3:20). Para que haya armonía en el
hogar debe observarse el orden bíblico de responsabilidades.
5. TEMPLANZA EN LA CONDUCTA.
Practicaremos la templanza en la conducta y evitaremos actitudes y actos ofensivos a nuestros semejantes o que conduzcan a la adicción o esclavitud a las drogas.
5.1. Templanza.
5. TEMPLANZA EN LA CONDUCTA.
Practicaremos la templanza en la conducta y evitaremos actitudes y actos ofensivos a nuestros semejantes o que conduzcan a la adicción o esclavitud a las drogas.
5.1. Templanza.
Una de las virtudes cristianas cardinales es la
templanza o dominio propio (1 Corintios 9:25; Tito 1:8; 2:2). Se
encuentra en la lista del fruto del Espíritu (Gálatas 5:23). Se nos
amones¬ta a ser moderados y equilibrados en nuestra conducta
(Filipen¬ses 4:5). La Escritura indica que tenemos la prerrogativa
de controlar nuestro pensamiento (Filipenses 4:8), nuestro enojo
(Efesios 4:26) y nuestro hablar (Efesios 4:29; Colosenses 3:8). El
ejercicio del dominio propio refleja el poder de Dios en nuestra vida
(1 Corintios 9:27; 2 Pedro 1:5-11).
5.2. Conducta ofensiva.
La Biblia enseña claramente que debemos ser
sensibles a las necesidades y los sentimientos de los demás, como
una demostración de nuestro amor por ellos (Mateo 22:39; Romanos
12:9-21; 13:10; Filipenses 2:3-5). A veces tenemos que controlar
nuestros impulsos para no ofender a otros (Romanos 14:13-21; 1
Corintios 8:9-13). De la manera en que conocemos a Cristo según el
Espíritu, así también debemos comprender a los demás para que no
los juzguemos solamente por su conducta externa (2 Corintios 5:16).
Nuestras relaciones con los demás deben caracterizarse por el
respeto y la toleran¬cia hacia sus diferencias (Romanos 14:2,3; 1
Corintios 8:8; Efesios 4:2; Colosenses 3:13; 1 Timoteo 4:1-5).
5.3. Adicción y esclavitud.
Uno de los beneficios principales de nuestra
libertad en Cristo es la facultad que tenemos de dominar los impulsos
negativos (Juan 8:32, 36; Romanos 6:14; 8:2). Se nos aconseja no
volver a quedar bajo el yugo de esclavitud (Gálatas 5: l). Por lo
tanto, un cristiano debe abstenerse totalmente de toda bebida
alcohólica y de cualquier sustancia química que forme hábito y
altere el ánimo. Se debe evitar el uso del tabaco en cualquier
forma, la marihuana y cualquier otra sustancia que cause adicción.
Debemos también abstenernos de actividades como los juegos de azar y
la glotonería, los cuales profanan el cuerpo, que es el templo de
Dios, o que dominan y esclavizan el espíritu que ha sido libertado
en Cristo (Proverbios 20:1; 23:20-35; Isaías 28:7; 1 Corintios 3:17;
5:11; 6:10; 2 Corin¬tios 7:1; Santiago 1:21).
6. APARIENCIA MODESTA
Demostraremos el principio bíblico de la modestia vistiendo y luciendo de una manera que realce nuestro testimonio cristiano y evitando el orgullo, la presunción y la sensualidad.
6. APARIENCIA MODESTA
Demostraremos el principio bíblico de la modestia vistiendo y luciendo de una manera que realce nuestro testimonio cristiano y evitando el orgullo, la presunción y la sensualidad.
6.1. Modestia.
De acuerdo con el concepto bíblico, la modestia
es una gracia espiritual interna que evita todo lo que parece
indecente e impuro. Es limpia en pensamiento y conducta y no actúa
con crudeza ni con indecencia en el vestir ni en el comportamiento
(Efesios 4:25, 29, 3 1; 5:1-8; 1 Timoteo 2:9, 1 0). Por lo tanto, la
modestia incluye la apariencia, la conducta, el vestir ‘y el
hablar, y puede ser aplicada a todas las situaciones. El punto
esencial es: ¿estamos agradando o desagradando a Dios con nuestro
estilo de vida?
6.2. Apariencia y vestido.
La vida, el carácter y el concepto que tengamos
de nosotros mismos se reflejan en nuestra apariencia y manera de
vestir. La amonestación bíblica “no os conforméis a este siglo”
nos recuerda que la manera de vestimos debe ser modesta y decente en
todo sentido (Romanos 12:2; 1 Tesalonicenses 5:22, 23). A Dios no le
desagrada que nos vistamos y arreglemos bien. Sin embargo, debemos
buscar, sobre todo, la belleza espiritual, la cual no viene por el
adorno externo de joyas, vestidos y cosméticos costosos, sino de las
buenas obras, de la conversación pura y de un espíritu afable y
apacible (Filipenses 4:8; 1 Pedro 3:3-5).
6.3. Orgullo, presunción y sensualidad.
Como pueblo santo debemos abstenemos de toda
lascivia de la carne y evitar vestirnos de un modo que provoque
pensamientos, actitudes y estilos de vida inmorales (Gálatas
5:13-21; 1 Pedro 2:11; 2 Pedro 1:4). Nuestra belleza no depende de
vestidos ostentosos, atavíos extravagantes y costosos, del uso de
joyas y cosméticos, sino de nuestra relación con Cristo. El adorno
externo, sea vestido o joyas, como una demostración externa del
valor personal, es contrario a la actitud espiritual (Santiago
2:1-4).
7. OBLIGACIONES SOCIALES.
Nuestro objetivo será cumplir con las obligaciones que tenemos hacia la sociedad, siendo buenos ciudadanos, corri¬giendo injusticias sociales y protegiendo la santidad de la vida.
7.1. Ser buenos ciudadanos.7. OBLIGACIONES SOCIALES.
Nuestro objetivo será cumplir con las obligaciones que tenemos hacia la sociedad, siendo buenos ciudadanos, corri¬giendo injusticias sociales y protegiendo la santidad de la vida.
Como cristianos somos miembros del reino de Dios, aunque también somos miembros de la sociedad de este mundo. La obediencia a Dios nos requiere que actuemos de una manera responsable como ciudadanos de nuestros países (Marcos 12:13-17; Romanos 13:1-7; 1 Pedro 2:13-17). Por lo tanto, debemos apoyar la ley y el orden civil; tener respeto por nuestros líderes y orar por ellos; participar en actividades de las escuelas, de la comunidad y del gobierno; ejercer nuestro derecho al voto y expresamos en relación con asuntos morales claramente definidos. La ley de Dios es suprema pero nosotros debemos obedecer las leyes de nuestro país, mientras que éstas no estén en conflicto con la obediencia a Dios (Hechos 5:29). Cuando sea necesario estar en desacuerdo con las prácticas y requerimientos del gobierno, debemos hacerlo motivados por la preocupación de promover la justicia y no por el simple deseo de disentir y estar en controversia.
7.2. Corregir la injusticia social.
El amor por los demás y el reconocimiento de que
todas las personas son iguales ante los ojos de Dios (Hechos 10:34;
17:26) deben motivamos a hacer algo por mejorar la situación de los
menos privilegiados, abandonados, hambrientos, sin hogar y víctimas
de prejuicios, persecución y opresión (Mateo 22:39; Romanos
13:8-10; 1 Juan 3:17). En todas nuestras relaciones debemos ser
sensibles a las necesidades humanas (Lucas 10:30-37; Santiago 1: 17)
y evitar la discriminación racial y económica. Toda persona debe
tener libertad para adorar y participar en la vida de la iglesia, sin
importar raza, color, sexo, clase social o nacionalidad.
7.3. Proteger la integridad de la vida.
La vida es algo que sólo Dios puede dar
(Génesis 1: 1-3 l); por lo tanto, todos somos responsables ante el
Creador de cuidar de la vida nuestra y la de otros. Si las
circunstancias lo requieren, debemos estar dispuestos a cualquier
sacrificio por servir a los demás (Juan 15:13); pero la regla
general es que respetemos nuestra vida y utilicemos todos los medios
posibles para conservarla. Dios es el único que confiere la vida y
sólo Él decide cuándo debe terminar (Salmo 31:14, 15). En vista de
que un feto humano es sagrado y bendecido por Dios, tenemos la
responsabilidad de proteger la vida de los que aún no han nacido
(Jeremías 1:5; Lucas 1:41).
Es nuestra firme convicción que el aborto, la
eutanasia (muerte provocada a los ancianos, impedidos mentales,
enfermos de muerte, o incompetentes en cualquier forma), por razones
de conveniencia personal, adaptación social o ventajas económicas,
son moralmente incorrectos. Además, creemos que es nuestra
responsabilidad cristiana cuidar de la tierra y sus recursos. En el
principio, Dios le dio al hombre dominio sobre la tierra (Génesis
1:26-30), sin embargo, esto no nos da derecho a contaminar nuestro
medio ambiente o desperdiciar los recursos naturales.